Nuevos vientos para el molino
Los orígenes se remontan a la década de los 90 e inicios del nuevo siglo, cuando en el país se derrumbaba el modelo económico neoliberal, el cual dejó a millones de argentinos sin trabajo. En 1997, el viejo molino harinero –inaugurado en 1947–, ubicado en el corazón de la ciudad de Saladillo, cerró sus puertas y dejó en la calle a todos sus empleados.
Luego de que transcurrieran cinco años, un grupo de ex trabajadores ingresó al molino abandonado y a la planta de acopio –que se encuentra sobre la ruta 205, en la entrada de la ciudad– y puso en movimiento los sinfines y equipos de molienda, recuperando una importante fuente laboral para la zona.
Producto de la eficaz organización, en tan sólo un año de autogestión los trabajadores obtuvieron el permiso para funcionar como cooperativa de trabajo y dos años después pactaron la compra de las instalaciones y la adquisición, en cuotas, de la marca (SICSA), la que les facilitó la reinserción el mercado.
El circuito de ventas se fue extendiendo y actualmente la cooperativa distribuye sus productos en Mar del Plata, Cipolletti, Mendoza, Chaco, Tucumán, Salta, Misiones, Capital Federal y Gran Buenos Aires. Además, desde 2006 la entidad comenzó a exportar a Brasil.
Mediante una estrategia de producción y distribución asentada en principios cooperativistas como ayuda mutua, democracia, igualdad, equidad y solidaridad, la Molinera cuenta hoy con 19 socios y 8 empleados.
En el marco del séptimo principio cooperativo, SICSA realiza también trabajos con la comunidad de Saladillo. Entre ellos, lleva adelante un programa de becas para 20 alumnos de distintos niveles educativos, provee asistencia a bibliotecas, promueve la formación profesional apoyando la Licenciatura en Cooperativismo en el Centro Universitario Regional Saladillo –cuenta con el apoyo académico de la UBA–, y realiza donaciones de producción a distintas instituciones sociales de la zona.
Más información: http://www.molinosicsa.com.ar/